Tic tac... El reloj geológico

La costumbre es tratar el tiempo en términos de días, semanas, años, décadas y siglos.

 

Asimismo, es habitual considerar que alguien de 90 años es muy viejo o que un artefacto de 1 000 años es tremendamente antiguo.

 

Sin embargo, para los geólogos(as) esto es insignificante, pues estos tratan con edades desde minutos hasta miles de millones de años.

 

Por ejemplo, la edad de la Tierra es de 4 600 millones de años; por eso, una roca de 10 millones de años puede considerarse “joven”.

 

Esta muestra pertenece al Mioceno (5 a 33 millones de años), una de las divisiones del tiempo geológico, el cual está organizado en eras, períodos y épocas. Cada una de estas reúne los acontecimientos relevantes a escala mundial.

 

En la Geología, muchos procesos son tan lentos que se necesitan enormes lapsos de tiempo antes de que se produzcan resultados significativos. Si un río erosiona 1 mm por año, en 1 000 años el cauce estará 1 m por debajo del actual y en un millón de años será un cañón de 1 000 m de profundidad.

 

Las cumbres de Talamanca, que hoy en día se encuentran a más de 3 500 m de altura, demoraron unos 10 millones de años en ascender. En este caso, se interrelacionan dos fenómenos: el movimiento vertical, a una velocidad de unos 2 mm por año y una intensa erosión, que desgasta dicha cordillera.

 

Tabla del tiempo geológico:

Origen y continuidad

Los continentes, océanos, valles y montañas que hoy conocemos, no existían hace millones de años, como tampoco los de hoy se mantendrán invariables.

 

A principios del siglo XX, la hipótesis de la Deriva Continental explicó el movimiento de fragmentos de la superficie terrestre.

 

Hace unos 200 millones de años, un supercontinente llamado Pangea empezó a separarse en continentes más pequeños, cuyos fragmentos se han desplazado de forma muy lenta.

Una prueba de este proceso es la forma en que se ajustan como un rompecabezas las costas atlánticas de África y Sudamérica, y por la coincidencia de fósiles, estructuras rocosas y climas antiguos en ambos continentes.

Dicha hipótesis se reforzó en 1962 con el concepto de la Expansión del Fondo Oceánico, que propuso la generación constante de nueva litosfera (capa externa y rígida de la Tierra) en ciertos puntos del planeta (dorsales oceánicas).

 

A su vez, la litosfera más antigua es empujada y, luego, sumergida en las zonas de subducción para reciclarse en el manto.

 

Millones de años después ese material regresa a la dorsal, movimiento cíclico que se denomina corriente de convección.

 

Existen volcanes a lo largo de las dorsales y frente a las zonas de subducción como producto de la creación y destrucción de la  litosfera.

En 1968, los conceptos de la deriva y la expansión desembocaron en la teoría de la Tectónica de Placas.

 

Según esta, la litosfera se encuentra “flotando” sobre una capa menos rígida y más densa (astenosfera).

 

La litosfera está dividida en grandes fragmentos, denominados placas, que se mueven y cambian continuamente, sobre todo en sus bordes de contacto.

Al igual que el terreno costarricense es muy irregular, con montañas y valles profundos, el fondo oceánico está constituido por cordilleras y depresiones.

 

La mayor depresión lo constituye la fosa Mesoamericana, con una profundidad de 4000 m frente a la península de Nicoya. Esta fosa se forma por la interacción de dos placas tectónicas, la del Coco y la Caribe.

 

La elevación más destacable es la cordillera del Coco, que se levanta unos 4000 m sobre el fondo oceánico, y su punto más alto es la isla del Coco.

 

Además de esta cordillera, hay otros cerros (algunos de ellos son volcanes extintos) que al subducirse producen deformaciones en la placa Caribe.

Mosaico de geodiversidad

Costa Rica posee una variada constitución rocosa, debido a su posición dentro del marco tectónico regional, que está bajo la influencia de tres placas (Coco, Caribe y Nazca).

 

Esta interacción produce una serie de fenómenos (vulcanismo, terremotos, levantamientos de cadenas montañosas y hundimientos, entre otros), que provocan una inmensa variedad de paisajes con muy diferentes tipos de rocas y estructuras geológicas, cambios bruscos de altitud y costas con formas muy diferentes, en un área relativamente pequeña.

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